Mónica Evans (personaje ficticio)

Mónica Evans se licenció en la Universidad Complutense de Madrid en Psicología y Sociología, tiene 24 años, nunca ha estado casada, no tiene hijos y trabaja en un programa de radio. Se dedica a analizar las relaciones entre hombres y mujeres, pero aún así hay cosas que no entiende.
Les invito a que entren en su vida.
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19 mayo 2010

María, tráeme la birra...



Siento mucho haber estado tanto tiempo si actualizar el blog, pero es que últimamente salgo de la radio muy tarde y además...je, je, bueno nada. Hoy quiero hablaros del matrimonio. 
 Hace dos años una de mis mejores amigas, Laura, se casó con el mejor novio que yo podría imaginar. Seguramente pensáis que es un poco triste ver como tus conocidos hacen sus vidas y yo sigo soltera. Pues...¡¡Estáis equivocados!! Ser soltera es divertidísimo; las juergas, borracheras, rollos de una noche, los no compromisos, es todo mejor, puede que yo no me haya casado ni tenga pareja, pero ahora que veo el percal no me arrepiento.
El fin de semana pasado ella me invitó a pasar el fin de semana en su bungaló de playa y yo encantadísima acepté. Todo iba genial, el marido era simpatiquísimo conmigo, los niños encantadores, pero no fue hasta la hora de comer en la que me di cuenta de la situación.

Fran, su marido, siempre acompaña la comida con vino y pan. Por una vez a Laura se le olvidó ponerlo en la mesa y en ved de levantarse él a por lo que requería, mandó a mi amiga. Lo más sorprendente es que ella como una sumisa volvió a la cocina a coger dichas cosas para su maridito. De momento eso lo pude dejar pasar. Él ya había acabado de comer y yo también, Laura no. Pues como grata pareja ordenó a su mujer que trajera el postre sin ni siquiera esperar a que terminara de comer. Fue en ese preciso instante cuando me di cuenta de que como si tratara de una criada ella sólo estaba para servir a su señor.

Que te cases con una persona no quiere decir que tengas que estar sometida a ella. Desgraciadamente para algunos hombres y mujeres el casamiento es como un certificado de servicio indefinido. Parte de culpa la tenemos nosotras por casarnos con hombres realmente idiotas. Somos inteligentes e independientes, deberíamos saber escoger bien a nuestro futuro esposo o al menos imponernos en ese tipo de situaciones.
 Actualmente muchas de las mujeres no somos personas, somos perros, ya que los hombres nos tratan como tal y encima obedecemos, ¿qué nos falta? ¿Mover el rabo cada vez que estén en casa y esconderlo entre las piernas cuando nos ordenan algo?¡¡¡Espero que no!!! Tenemos boca para hablar y decir aquello que no nos gusta, nuestras antepasadas soportaban el peso de la sumisión a un hombre, pero estamos en el siglo XXI, es hora de acabar con lo viejo y renovar nuestras ideas.

Decir que no soporto que apenas se duche, que jamás me ceda el mando de la televisión, que estoy harta de tener que estar en el sillón porque él se tumba en el sofá, que se dé cuenta de que para mi salir no es precisamente ir a ver el fútbol al ver de la esquina, que quiero que sea detallista conmigo aunque pasen los años, que antes de mirar mis defectos alabe mis virtudes, y que esté siempre dispuesto a escucharme y amarme. ¿Es eso mucho pedir? En resumidas cuentas sólo pido dos cosas, amor y comprensión para todos los hombres y mujeres.

Hasta la próxima

La Señorita Evans



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